martes, 8 de noviembre de 2011

-The Letter

Y esperando estaba en la cornisa, con el pedazo de papel que le quedó de la carta que a puño y letra gozó escribir para aquel que amaba.
 Recordaba, trazo por trazo cada letra inventada por su imaginación, y el proceso minucioso que la palabra tomaba para transformarse en una convención mundial y adquiría su significado. Recordaba también en lo que pensaba al escribir esa carta. Intentaba buscar un motivo para odiarlo, pero no lo encontraba, y apretaba el puño, desdibujando aún más las letras que ya no podían leerse. Pero aún con el papel en la mano, repetía incansablemente "Te amo". Suspiraba periódicamente, como susurrándole al silencio, como esperando una respuesta que no iba a llegar.
Miraba el vació, profundo, negro, carente de luz, carente de pasión, carente de cualquier sentimiento que pudiera ahora cruzarse por su cabeza. Didubitaba mientras posicionaba sus manos por sobre el triste y desolado hueco y veía como se perdía de su rango visual, mientras dos pequeños pájaros juntaban ramas a su lado, para nada temerosos, incitándolo a que caiga.
Y nuevamente suspiró, como por última vez, como despidiéndose, ahora con el puño distendido y dejando caer el papel, su último recuerdo de ese alguien. Y ahora, se entregó al triste vació que lo esperaba desesperadamente, y con un grito se dejó caer, no sin antes cerrar sus ojos, apagando su propia luz, dejando morir la substancia que lo constituía como hombre.
Sintió un golpe, y al instante pensó en la muerte, (casi alegre por haber desencarnado los mitos de la reencarnación), vuelve a abrir los ojos, pero se encontraba en el mismo acantilado. No podía caer, estaba suspendido entre el vació y la tierra.
A su lado, el pedazo de papel intacto que le quedaba, como si nunca se hubiera doblado, como si nunca lo hubiera perdido o querido perder.
Y es que tal hombre, ya había muerto, por el solo hecho de haber perdido el resto del papel, el resto de sus recuerdos. Por haberlo perdido a el.
Resignado, dejó caer sus lágrimas, sin molestarse en secarlas, y quedó suspendido, entre el vació y la tierra, en un mundo irreal, intermedio, imaginario pero cruel.