Poesía

La vida en una gota.

Y como cual lágrima cae la gota de lluvia.
Sola, triste, desamparada, solo cae.
Su único fin, reventar contra el suelo, volverse agua y desaparecer
volver a comenzar el ciclo, volver a ser una gota, y volver a reventar.
Una y otra vez, monótono, profundo y audaz.
Peligroso, excitante y aburrido.
Que contradictorio, desafortunado, caprichoso, irrelevante y confuso.
Como el agua se hace gota, y la gota se hace laguna, mar y océano.
Porque algo tan pequeño sea parte de un todo se convierte en algo tan importante que es desapercibido.
Y como tal, parte de un ciclo que se repite una y otra vez, pero que nadie tiene en cuenta.
Sola, triste, desamparada, solo cae.
Que la gota lluvia sea, y que la vida deje nacer.
Porque a fin de cuentas, el agua es vida, la vida es agua, la gota es agua, la gota es vida.
Y se revienta, una y otra vez.
¿Es ese el ciclo de la vida? Caer, reventarse, y volver a caer para reventarse otra vez.
Que monótono, pero profundo y audaz, peligroso, excitante y aburrido.
De todas maneras,  estoy vivo.


Pretérito Imperfecto

Tarde o temprano, de un momento a otro, de un segundo a un minuto
El tiempo pasa, sigue, arrasa con cualquier cosa.
Con el miedo más oculto, con el amor más sólido
Con la vida más pura, con la muerte más triste.
Y quizás, con un descuido te arrastre a vos también.
Irte a lo impensado, a lo jamás imaginado, donde no existe tiempo.
Tiempo como sinónimo de apuro, de vejez, de cambio.
Y de esa forma llegamos a la utopía del Nunca Jamás
que más que un Peter Pan deja muchas cosas que desear.
Tiempo, poderoso y confuso, siempre va pero nunca viene.
Es ese camino lineal e inequívoco el que lo caracteriza
tanto como la frialdad de su accionar, su carencia de sentimientos, su falta de consideración.
Pero es que sin tiempo no habría un recuerdo que recordar.
Hoy te recuerdo, recuerdo el tiempo, recuerdo lo que fue.
Y si fue, es porque existe un pretérito.
Un pretérito, sinónimo de tiempo, de algo que pasó..
De algo que no volverá...

Cataclismo


Levantó su brazo y encontró en su final el contorno del destierro
La cornisa, el pico de la montaña
Y su mirada se apagaba, sigilosa y silenciosa.
Como descubriendo se asombraba, respiraba, observaba y volvía a respirar.
Baja el brazo. Y ahora entendió, que la niebla se había ido, que el camino era incorrecto.
Dos flechas de dirección, un claro y un sendero. Lo justo y lo correcto.
Se lamenta, vuelve a levantar el brazo, pero ahora ya nada es lo que era.
Todo lo anterior se borró y se apagó.
Que inteligente el mecanismo cataclísmico,
donde el aleteo de una bella mariposa en el sur es un terremoto en el norte.
Y ahora, ya bajó sus dos brazos, no solo uno.
Y un camino ya cerrado , indicaba que no había otra opción.
Sin remedio, y ya rendido, pobre y desanimado se retira.
Pero ahora, ya había olvidado como volver.
¡Qué pena que me da!.