Cafeína, lluvia y política
Me lo presentaron una lluviosa tarde de Junio. En una de las tantas reuniones de café, se introdujo como aquel espécimen nuevo en el laboratorio, y como tal solo se sentó a observar nuestra plática de adictos a la cafeína, sobre tema de política, alguna revista que en la tapa tenía a una mujer sensual, y luego de lo amargo que estaba el café. También de la vieja de al lado que estaba sola. Nos debatíamos el por qué de su soledad, y pensábamos si unirla a la mesa con nosotros sería apropiado.
Esa tarde terminamos a las 19:50, diez minutos antes de lo usual. Su taza de café estaba a medio terminar, y con su sobretodo aún puesto, solamente se levantó y estiró la mano a cada uno, inclusive a mí y con una impostada voz, dijo "Hasta luego".
Aún así, lo miré mientras se alejaba con su sobretodo y se adentraba en la triste y desolada avenida 9 de julio, donde lo único que se veían eran los faroles de los autos de esos pobres hombres que aún estaban trabajando, y que seguramente muchas veces eran parte de las burlas de nuestras burdas conversaciones de café.
Miré, entonces, mi pantalón y estaba manchado, pero una mancha mas, una mancha menos no hacía la diferencia, sin embargo la mancha me llevó a visualizar las crudas agujas de mi reloj color plateado, el cual marcaba las 20:00 en punto. Era hora de irme y sin remedio los saludé a todos, a los tres hombres que estaban compartiendo ese ya frío café, y con un "hasta luego, nos vemos la próxima, suerte con tu suegra" me despedí, y como aquél hombre, me adentré en la noche bonaerense, con el único objetivo de prepararme un plato de fideos con manteca y sacarme los zapatos.
La lluvia golpeaba mi paraguas, y la gotera del centro no era muy agradable. Es más, prácticamente la calle estaba inundada, seguramente por la puta promesa incumplida de alguno de esos tantos políticos que prometen el "mañana" y no saben como resolver el "hoy".
Cuando llegué a España, me encontré en la esquina a ese hombre que estaba en la reunión. Parecía distraído, perdido y por alguna razón ni siquiera lo miré, es más, me dio tanta vergüenza que estuviera ahí parado solo, que seguí caminando y pasé por al lado sin decirle nada, como si no existiera. Pero de todas formas, a la cuadra y media me arrepentí y volví, mientras la lluvia se tornaba insoportable, y el agua en mis zapatos era cual ojota en el océano.
Cuando estaba a 20 metros de éste, empecé a dudar, y cuestionarme ¿ Por qué volví? Apenas lo vi una vez en mi vida y es más, ni siquiera me caía bien. Pero había algo misterioso, intransigente, sobrenatural, de carácter que no entiendo todavía que me llevó a preguntarle una boludez, que si mal no recuerdo se redujo en "¿A quién esperas?". Ahora me río solo, recordando, y me repito a mi mismo, "Que carajo me importaba", pero bueno no es el punto. De todas formas pareció no haberme escuchado, quizás por la fuerte lluvia que ya se había transformado en un puto diluvio, y mis zapatos ya no estaban mojados, estaban literalmente inundados. Hasta creo que me ofendí ante tal falta de reacción, y le toqué el hombro con rudeza. Se dió media vuelta para mirarme, un poco asustado, creo que realmente no me había escuchando. Me miró un tiempo prologando, hasta que se acordó quién era y ahí solamente se remitió a omitir una respuesta totalmente pelotuda: "Hola".
Y es que si mal no recuerdo, este tipo era amigo de un amigo mio y ese día, nos había dicho que iba a llevar a alguien que tenía un par de problemas, pero no especificó nada relevante al respecto, y como si nada nosotros asentimos con la cabeza en señal de que no había ningún dilema.
- ¿A quién esperas?. Le repetí, mientras con un brazo me dedicaba a tapar la gotera de mi paraguas que ya me estaba rompiendo las pelotas.
- A nadie. Me dijo el, y se acomodó su sobre todo, y el sombrero que era lo único impermeable que lo salvaba de la lluvia.
- Pero está lloviendo, hace frió, muchos factores que determinan que no tenés que estar acá.
-No tengo a donde ir. Me dijo y agachó la cabeza
Ah, si mal no recuerdo, se llamaba Nicolás.